viernes, 2 de julio de 2010

lecturas 8 de julio

A sala repleta de poetas y amantes de la poesía y la amistad, el ambiente cálido y festivo,
algo de lo que se escuchó: Paula Jimenez estaba de viaje y leí yo (Sole Fernandez Moujan) sus poesías mientras Estela Fares, la fotógrafa del evento, proyectaba sus fotografías de Paula, aquí va algo de lo que leí:

Flotan islas de hojas,
el bote se desliza en los canales
y su madera toca al cruzar los esteros
las pieles escamadas de los yacarés.
Abajo está el peligro, arriba
las plácidas cigüeñas paradas en los palos
miran el cielo opaco
lo contemplan hasta perderse en él
y pasan los carpinchos y se paran
en sus lomos
las hermosas sultanas con su plumaje azul,
su collar colorado, vestidas para fiesta.
Arriba está lo calmo, lo suave, lo perfecto
y el agua se desliza mansamente
por generosos caminos naturales,
pero de pronto el viento
podría empujar los grandes camalotes y bayar
con su soplo la salida. No pensamos en eso,
tampoco en las pirañas ni en las rayas
que nadan cerca nuestro,
a unos pocos centímetros.
No solemos pensar
en cosas como estas.
Es tan bello el paisaje y sin embargo
el rozar de tu mano
captura mi atención, reduciéndola al punto
que mis ojos olvidan lo que ven
como si ahora
miraran hacia adentro y encontraran tus dedos,
tus anillos, tus vigorosas manos en mi espalda.
Abajo está el peligro
pero nadie lo nota. No es otra la estrategia
de los oportunistas, de estos viejos reptiles
que conocen el hambre de memoria
como el único mapa de la vida.
Uno asoma su rostro, la redondez
del ojo nos espía a un costado y él
abre su boca inmensa y al cerrarla
cruje como una rama una piraña
que muere entre sus dientes.
Arriba está lo bello y continúa inmutable
como si ni siquiera
la muerte lo afectara o lo impecable fuera
el modo en que la muerte
se incorpora a la vida, así, sin sobresaltos.
No puedo imaginar ciertos finales,
la manera en que las cosas se aniquilan
y pasan a formar parte del tiempo,
de todo ese pasado que nos trajo hasta acá.
El bote va internándose entre islas inmensas
el conductor se baja y hunde
sus botas en la alfombra flotante de hojas vivas,
rebosantes de verde a punto de estallar
y nos señala una perfecta flor rosada
y dice que es la flor de los amantes.
Tira la embarcación hacia delante
con un soga. Detrás de él el cielo se despeja
y es cruzado por pájaros naranjas
que aletean sobre nuestras cabezas.
Arriba sigue
su curso la belleza y abajo la cadena
de bocas impiadosas comiéndose una a otra
también se continúa.
Estamos en el medio, no elegimos
mirar pero olvidamos
la rueda que nos lleva no sabemos
adonde, la holgura del peligro
y del amor
que nos hace tan frágiles.
Mariana Chami leyó sus poesías, aquí una muestra:
La alfombra es verde
con algunas flores
y la aspiradora no limpia el polvo
acumulado en tantos años

bajo la mirada atenta
de un sin fin de retratos
Helga guarda secretos muy viejos
casi reliquias invaluables

y en su perfecto castellano pregunta
¿quién quiere tener
las obras completas de Shakespeare
en alemán gótico?

más tarde

se acomoda sus lentes
y en sus ojos celestes
sólo la perseverancia resta

el plan es sencillo
ser puntual y sobrevivir

a los ocho años le marcaron
la estrella judía
en el corazón

hija única de Rosl y Julio
Helga escapó de una guerra
y llegó a Buenos Aires

si hay amor
que no se note
escasean los abrazos
y no sabemos desperdiciar

siempre decía
que las nenas que lloran
se ponen feas, muy feas
hay que cuidar hasta las lágrimas

así creció
así crecí
llena de reglas a cumplir

Frau
Fräuline Helga.
Florencia Walfisch también leyó:
mordisco en la arena o pie de peñasco: entonces hablé de volverme montaña.
materia de mí traía otra clase de cosas: todo tipo de fauna del mar y pequeños retazos de otras zoologías. dije caracoles y peces hasta estallarlos; dejarlos sin conjuro. peces que nacen nuevos y caracoles que no terminan: quizás siempre sea así, o tal vez el velo de mi memoria caiga y ellos sigan abriendo la piel y se alimenten.
si existiera la forma de recortar alguna cosa, yo diría especie de animal cargado: una serpiente emplumada o un dragón.
sí, claro que estaba ahí, y tuve miedo por tanto fuego y tanta agua.
madre trabajaba sobre un fondo suntuoso. la exuberancia de su geografía la volvía paisaje. tomaba los frutos con esmero: ciruelas, uvas, sandías. no preguntaba nada sobre su sábana de flores: dalias, claveles, margaritas. a donde entraba, entraba su atavío; lo portentoso de su imaginación
todo lo que hubiera podido ser
sabían que jardín no era bosque, ni selva, pero aún así armaban su geografía.
el pino azul era el tesoro del reino y la morera, la casa ideal para sitiar la intemperie. sospechaban cierto equilibrio secreto en el ruido que hacían las nueces al tocar el suelo. el nogal llenaba la ventana y día y noche se lo escuchaba descargar sus frutos.
piel verde que se lastimaba dejaba ver la dudosa calidad de toda protección.
el duraznero, el manzano y el ciruelo: esos eran los más frágiles. el ciruelo una sola vez dio flor: todo el jardín como nevado.
en eso de florecer hay un modo de parecerse a otros. un tallo, un poblarse de hojas y la fuerza necesaria para devorarlo todo y volverse pétalos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

BRILLEN, BRILLEN, BRILLEN!!, A TODOS LOS POETAS HERMOSOS QUE EL JUEVES EXPONDRAN SUS LECTURAS!! , QUE LA SALA QUEDE MARAVILLADA..., SOL CHAPO! POR CREAR UN ESPACIO A DONDE SE PUEDA COMPARTIR MAGIA A TRAVES DE LA LECTURA..., UN ABRAZO MUY FUERTE..